Últimas funciones de Lo que nos faltaba
En “Lo que nos faltaba” el personaje principal es Manolo Saldívar, un director de teatro que tiene muchos problemas personales pero nada le va impedir estrenar su obra.
David Carrillo, escritor y director del montaje, cuenta que ha pasado por todas las áreas de producción porque no le huye al trabajo en el teatro. En sus inicios ayudó a vender afiches, ahora programas de mano, instala luces, opera cabina de luces y sonido, es jefe de escena, incluso en la actualidad en una temporada regular, cuando dirige y no actúa, recibe tickets y hasta acomoda a la gente en sus asientos. Como ama el teatro, tiene que hacer que funcione de la mejor manera.
Desde el año 92 tiene en su haber: 25 obras como actor y como director 35. Piensa que el éxito para dirigir tantas obras es tener un buen olfato para armar elencos, actores que terminan trabajando muy bien juntos y tal vez se debe a su rol de maestro porque además enseña actuación.
La Escultural: ¿Es la primera vez que escribes y diriges?
David Carrillo: He escrito obras cortas que no he presentado pero me han servido de material para mis talleres. Hice varias obras antes, “La Corporación” la escribí para Preludio en el 2005. Esos son los fogueos que he tenido, pero una obra donde aparezca en el título escrito por David Carrillo es la primera vez.
L.E: ¿Qué tal tu proceso de dramaturgo?
D.C: “Lo que nos faltaba” la escribí en julio (2014) debo haber comenzado a sentarme a escribir y traté de ser lo más disciplinado posible: tener un horario reservado a escribir. La terminé como en enero (2015), tanto así como cuando estrené “Chico encuentra chica” que fue en febrero (2015), me acuerdo que ya la tenía.
En realidad ha sido un trabajo muy rico porque como ha sido ordenado sin presión, me sentaba a determinada hora y no tenía que darle cuentas a nadie, es bonito el trabajo de dramaturgo porque es un trabajo solo. No es una obra de encargo como fue lo de Preludio, iba a mi propio ritmo. Ha sido llevadero porque yo tengo vínculos con escribir. Estudié literatura aunque no terminé, leo un montón y traduzco muchas obras que leo. Entonces si tengo la disciplina de sentarme a escribir. Por eso que siento que no ha sido lo más complicado para llegar al proceso final de “Lo que nos faltaba”.
L.E: Me puedes contar sobre tu trayectoria en el teatro.
Como director lo primero que me atreví a dirigir fue en el 94 y formalmente en el 98. Mi primera obra estrenada en teatro comercial, en sentido del circuito.Como actor tengo un ejercicio desde el 92. En realidad es mi debút de dramaturgo, lo que pasa que me he preparado responsablemente y no tenía apuro por escribir o lanzarme como dramaturgo. Al principio de la carrera quise posicionarme como actor y de allí cuando más o menos lo logré comencé como asistente de dirección, luego como director. Después, inevitablemente vino el rol de productor porque necesitaba producir las cosas que hacía y eso ha sido los últimos 13 años. Es como darle un tiempo a cada cosa para que se cimente.
L.E: Te has fogueado como actor, director, productor y dramaturgo ¿Cuál te gusta más?
Cada proceso para mi es lo mismo pero si me preguntas ¿Qué quieres hacer mañana? Yo siempre te voy a decir “actuar”. Para mi es lo más divertido, es el fuego del teatro, la chispa es el actor. Para el público común todo lo demás es invisible. A veces el público no sabe en qué consiste el trabajo del director. El texto está dicho en la boca de los actores finalmente. Siento que la esencia del teatro es el actor, no hay teatro sin actor y es riquísimo, yo me divierto mucho, la mejor terapia. Como dramaturgo específicamente de teatro, yo todavía no me voy a considerar dramaturgo. Creo que soy una persona que ha escrito teatro. Me voy a considerar dramaturgo cuando tenga tres obras estrenadas porque siento que un dramaturgo es una palabra muy grande, que es una persona que escribe teatro pero que tiene una propuesta, un estilo, que puedes identificar un tipo de mundo. Me gustaría que en la medida de mi pretensión: escribir una obra al año.
El trabajo del director tiene que ver con permitir que el teatro exista. Si a mi se me llenara la agenda de actor, podría pasar un tiempo sin dirigir, no es una necesidad compulsiva. Tal vez si es una necesidad compulsiva escribir en reemplazo de actuar. El director yo lo veo como un puente entre la obra que ha escrito el dramaturgo y los actores, es el vaso comunicante, por eso los dos extremos me parecen más pajas.
L.E: ¿Te pareces a Manolo como director?
D.C: Manolo es muy explosivo, yo no. Me dan cosas para adentro, me desmayo, hace poquito me dio un infarto (el año pasado). Siempre muestro las cosas para adentro, muestro la mejor cara y a veces me estoy comprimiendo cosas porque no quiero estallar. He sido asistente de dirección y la escribí pensando desde el punto de vista de Vanessa (la asistente), porque eso sí me ha pasado, he trabajado con directores que han estado al borde del colapso y como asistente de dirección te das cuenta que el único aporte es ser soporte. Un asistente de dirección está para soportar para darle el piso de seguridad sobretodo al director. Tengo un montón de insights desde el otro lado (el de asistente). Hay muy pocas cosas que me han pasado como a Manolo: una vez me rompí una ceja cuando me desmayé. Sí, hay guiños personales pero no me interesa hacer una versión alterna de mi vida. En esta obra me era fácil ponerme en los zapatos del otro personaje, ha sido divertido, como hacer cosecha de veinte años de estar en este mundo.